lunes, 4 de febrero de 2013

LA PRIMERA COMPRA

Ya había pasado más de una semana del debut... estábamos agotados.

Tras el impacto inicial llegó la formación diabetológica. Cientos de datos revoloteaban por nuestra cabeza buscando dónde asentarse. Cada vez que veíamos entrar a uno de los médicos o enfermeros/as que se encargaban de enseñarnos, nos temblaban hasta las canillas. Nos preguntábamos, ¿aún hay más? ¡Pues sí!, así que abríamos bien los ojos y oídos, y prestábamos toda nuestra atención. ¡No podíamos perder detalle! Pero lo cierto es que nos contaban tantas cosas importantes en tan poco tiempo… UF!!! Qué estrés…
Nosotros tenemos estudios y decían que nos sería más fácil, pero si no los tuviésemos nos daría igual, porque en ese momento aprender no era opcional. Se trataba de nuestro hijo y no había elección posible. Azúcares, hidratos de carbono, insulina, nos resultaban palabras familiares. Luego aparecieron las glucemias, ratios, basales y otras más desconocidas. Todos estos conceptos eran necesarios para aprender a alimentar correctamente a nuestro hijo. Por cierto, ojito con las mates, porque si os despistasteis el día que os explicaron en el cole la regla de tres o los porcentajes... ¡os toca repasar!

Finalmente llegó el día. En principio ya sabíamos qué darle y qué no darle a nuestro hijo así que estábamos preparados para ir a la compra, o al menos eso nos decían. Importante, al igual que nosotros, llevaros el teléfono del control de enfermería…

Nos plantamos en nuestro supermercado habitual, no sin cierta inquietud. Entramos en el supermercado y empezó la “movida”. Íbamos dando vuelta a los envases, algo que no habíamos hecho hasta ahora nunca en la vida, y oh!!! allí estaba la tabla de valores nutricionales, tal y como nos habían dicho. Hasta aquí, todo perfecto.

Empezamos a mirar los datos y localizamos enseguida el apartado Hidratos de Carbono. "Qué fácil… Andá!!! Pero si hay un subapartado que dice De los cuáles son azúcares ¿¿¿???” "¿Cómo que de los cuáles son azúcares? Nuestro hijo no puede ingerir azúcar, no, no, eso no". Miramos otro producto y lo mismo, uno más y luego otro y otro… "¡pero si todo tiene azúcar! ¿Qué le íbamos a dar de comer a nuestro hijo?" Nuestra seguridad se desmoronaba y empezábamos a rebuscar entre toda esa información que habíamos estado procesando a lo largo de los últimos días. MAYDAY, MAYDAY!!! "Aquí está, el teléfono del Hospital". Estábamos salvados.

Llamamos bastante agobiados y ahí estaban ellos, nuestros salvadores, quienes con toda la paciencia y tranquilidad del mundo, respondieron a cada una de nuestras dudas. Menos mal, nos tranquilizaron. Poco a poco, siguiendo las indicaciones recibidas, fuimos llenando el carro. Finalmente nuestro hijo no iba a morir de inanición.

Con el paso del tiempo hemos aprendido a interpretar los valores nutricionales y los ingredientes de los productos y, aquello que se nos hizo un mundo ese primer día, se ha convertido en algo cotidiano y sencillo. Al final, como en todas las facetas de la vida, la experiencia es un grado. Estad seguros de que cada vez lo haréis mejor, con más rapidez y con más confianza. ¡Ah!, y no os olvidéis de que a todos nos beneficia comer más sano.

Os dejamos algunas de las indicaciones que aprendimos nosotros y que seguimos de manera automática:
  • Nada de azúcares refinados, vamos, los que no son naturales en los alimentos. Bollitos y demás chuches se quedan fuera. Además estos alimentos suelen ser ricos en grasas, lo que ralentiza la absorción de los hidratos de carbono y dificulta la acción de la insulina.
  • Se pueden escoger aquellos productos etiquetados como “sin azúcares añadidos”, pero ojito, hay que mirar el porcentaje que esos azúcares suponen en el total de hidratos de carbono. Nosotros escogemos aquellos que no superan un tercio del total, y si puede ser la cuarta parte, mejor. Recordad esta regla, es muy importante para cualquier alimento envasado. Si te ponen 152 gr de HC de los cuales son azúcares 100 gr, -aunque sean naturales-, mejor buscad otro producto.
  • Si un producto reúne los requisitos válidos y aún así observáis que le afecta mucho a los valores de glucemia, cambiad de marca o de producto. Parece mentira pero, por poner un simple ejemplo, el chocolate sin azúcares añadidos de Valor, con una composición porcentual similar en cuanto a hidratos y a su proporción de azúcares respecto al de otras marcas, actúa de manera muy diferente, no dispara la glucemia.
Para finalizar, un consejo para vosotros, los padres. No hagáis compras separadas tipo “con/sin azúcar”, ni dejéis de comer ciertos alimentos porque contengan azúcar y vuestro hijo no pueda comerlos. Hay que buscar un equilibrio y que en casa haya un poco de todo. Vuestro hijo debe asumir la diferencia en su alimentación como algo normal y vivir de forma natural el hecho de que otros coman alimentos diferentes. Hay que educarle para que el día de mañana tome las decisiones correctas sin importarle lo que hagan los demás. Su bienestar es lo primero.